miércoles, 10 de mayo de 2017

MIKE Y EL MARCAPÁGINAS


Mike y el marcapáginas

Aunque sea un simple trozo de papel pintado yo también tengo sentimientos y aventuras que contar, así que prepararos que os voy a contar una de mis historias preferidas de cuando vivía entre las páginas de los libros.
Érase una vez un precioso día de verano en el que los niños leían tranquilos y plácidos en las bibliotecas, ya que el calor era tan intenso que lo mejor era refugiarse en un lugar fresco. Uno de los lugares favoritos de casi todos los niños era la biblioteca porque estaba fresca y muchos de ellos se entretenían con las preciosas obras de Roald Dahl, otros, los más pequeños con Gloria Fuertes y los adolescentes con las de fantásticas obras de Julio Verne.
En la biblioteca reina el silencio y se respiraba mucha calma. De repente, un niño se levantó para hablar con el bibliotecario. Sin querer, yo escuché la conversación. No es que me guste cotillear, pero es que son tantas las horas que paso entre las hojas de los libros, apretujado y casi sin poder respirar, que no pude evitarlo.
El niño le dijo al bibliotecario: “ ¿Por qué aquí me marca la página 13 y la siguiente es la 25?. El bibliotecario sorprendido le contestó: “Nosotros siempre cuidamos los libros como si fueran una reliquia (que en realidad lo son) y procuramos que las personas que los leen, también hagan lo mismo. Me temo que en este caso, no ha sido así porque faltan hojas y las de alrededor están rasgadas”.
Al escuchar yo esa conversación, me puse manos a la obra. ¡Ah¡ un dato muy importante. Mi ilusión en el futuro es ser un gran policía. Así que comencé a investigar. Entre los libros que me dejaban yo trababa de buscar pruebas entre ellos. Para ello, empecé a investigar y ver si los libros afectados eran todos de una misma editorial, de un mismo autor, de un mismo año, del mismo género (drama, poesía, aventuras…), etc. un día, cuando la investigación estaba bastante avanzada, un niño llamado Mike, me descubrió buscando entre las editoriales SM y comenzamos a hablar. Casualidad, de las casualidades, el sueño de Mike también era ser policía. Así que le conté lo sucedido y como iba mi investigación. Lo más destacable de la misma era que descubrí que los presuntos culpables iban en grupos y tenían los dientes muy afilados.
Los destrozos que estaban causando en la biblioteca, día a día, eran cada vez más cuantiosos. Todos los días los propios lectores o el bibliotecario descubrían un nuevo libro dañado y estropeado, sin hojas, o con hojas dañadas. Mike y yo solíamos quedar todos los días, excepto domingos, a las cinco de la tarde para poder descubrir más pruebas. No todos los días encontrábamos una pero juntos nos divertíamos y hacíamos un gran equipo. Pero no teníamos tiempo que perder, porque si no íbamos a quedarnos sin libros en la biblioteca.Descubrimos una prueba, que ambos creímos que era definitiva para saber quién o quiénes eran los culpables. Vimos que en de un agujero de la pared salían las mismas huellas que las que había en la mayoría de los libros que habían sido roídos. Con permiso del bibliotecario, picamos un trocito de la pared para que nosotros pudiéramos atravesarla y ver exactamente que había en el interior de la misma. Para nuestra sorpresa, cuando abrimos el agujero, vimos unos brillantes ojos en la oscuridad, no había uno ni dos, eran cientos de ojos que nos observaban. Entonces, Mike fue rápido a por una linterna y los iluminó. Todos quedaron cegados e inmóviles por el fogonazo de la linterna, ya que no soportaban tanta luz.Para atraparlos a Mike se le ocurrió usar una red que nos permitiera cazar a estos pequeños y escurridizos roedores. Cogimos la red con todos los roedores y la llevamos lo más lejos posible de la biblioteca. No queríamos hacerles daño, pero tampoco que nos hicieran ellos a nosotros. Bueno, más bien a nuestros libros, por lo que decimos soltarlos en el campo para que no volvieran a dañar nuestro mayor tesoro: los libros de nuestra biblioteca.Y así fue como Mike y yo conseguimos resolver el misterio de los libros roídos. No fue fácil pero lo mejor de todo fue la gran amistad que forjamos Mike y yo. Ahora, nos han nombrado ayudantes del bibliotecario y seguimos quedando a la misma hora, para seguir con nuestra vigilancia. No hay que bajar la guardia.Espero que esta historia os haya gustado. A me ha encantado y me ha traído bonitos recuerdos. Ahora vivo con Mike, igual que antes, entre las páginas de un libro, pero con su cariño y amistad. Ya veis, queridos amigos, no conseguí ser policía. La verdad es que la idea era un poco absurda. ¿Dónde se ha visto un marcapáginas policía? Sólo en mis sueños. FIN. Alain Egozcue Ortín