EL CENTRO DE LA
LECTURA
-Y así termina esta preciosa y última historia que os he contado. ¿Qué tal ha estado?
-¡Genial! Incluso mejor que todas - exclamaron los alumnos.
-Bueno, pues todos a casa.
Después de que les contara la maravillosa historia que suponía mi jubilación, me dispuse a recoger el magnífico marcapáginas que habíamos utilizado toda mi familia, cuando de repente...
-¡Oye, oye, oye...! Espera un momento- dijo una voz.
Tras una corta conversación con ese ser, que por cierto se llamaba Bookmark y que cómo no, era un marcapáginas; pude descubrir que que mis antepasados, cuando llegaba el momento de su retirada; contaban una preciosa historia a B.M en honor a su esfuerzo. Pero, lo importante en ese cuento es que no tenía porque ser inventado y Bookmark debía ser el personaje principal-
Yo, acepté asombrado y comencé a redactar un libro infantil, que es lo que mejor se me daba:
"Erase una vez, un niño llamado Bruno que no era muy aficionado al estudio, y cómo no; odiaba la lectura. Un día, su madre (ya harta de él) le regaló un libro, con el fin de que el chico leyera al menos 5 minutos al día. Bruno aceptó, pero en realidad él y su madre sabían que ni siquiera iba a tocar el libro.
Un día, llegó de clase y pudo observar como el libro se movía y, de la primera página, salía un brillo que le invitaba a abrirlo. Entonces, atraído por él, el chico comenzó a leer el libro y cuando se disponía a cerrarlo (después de más de media hora de lectura) descubrió encima de la mesa un precioso marcapáginas.
Este objeto le acompañó de ahí en adelante en todos sus cuentos e historias y, aunque parezca raro, se convirtió en el mejor amigo de Bruno, que estaba feliz.
Y así me convertí yo, Bruno Jiménez, hombre de 58 años; en el mejor lector del mundo, y todo gracias a un pequeño objeto que siempre está ahí para alegrar mis lecturas: el marcapáginas Bookmark.
-Y así termina esta preciosa y última historia que os he contado. ¿Qué tal ha estado?
-¡Genial! Incluso mejor que todas - exclamaron los alumnos.
-Bueno, pues todos a casa.
Después de que les contara la maravillosa historia que suponía mi jubilación, me dispuse a recoger el magnífico marcapáginas que habíamos utilizado toda mi familia, cuando de repente...
-¡Oye, oye, oye...! Espera un momento- dijo una voz.
Tras una corta conversación con ese ser, que por cierto se llamaba Bookmark y que cómo no, era un marcapáginas; pude descubrir que que mis antepasados, cuando llegaba el momento de su retirada; contaban una preciosa historia a B.M en honor a su esfuerzo. Pero, lo importante en ese cuento es que no tenía porque ser inventado y Bookmark debía ser el personaje principal-
Yo, acepté asombrado y comencé a redactar un libro infantil, que es lo que mejor se me daba:
"Erase una vez, un niño llamado Bruno que no era muy aficionado al estudio, y cómo no; odiaba la lectura. Un día, su madre (ya harta de él) le regaló un libro, con el fin de que el chico leyera al menos 5 minutos al día. Bruno aceptó, pero en realidad él y su madre sabían que ni siquiera iba a tocar el libro.
Un día, llegó de clase y pudo observar como el libro se movía y, de la primera página, salía un brillo que le invitaba a abrirlo. Entonces, atraído por él, el chico comenzó a leer el libro y cuando se disponía a cerrarlo (después de más de media hora de lectura) descubrió encima de la mesa un precioso marcapáginas.
Este objeto le acompañó de ahí en adelante en todos sus cuentos e historias y, aunque parezca raro, se convirtió en el mejor amigo de Bruno, que estaba feliz.
Y así me convertí yo, Bruno Jiménez, hombre de 58 años; en el mejor lector del mundo, y todo gracias a un pequeño objeto que siempre está ahí para alegrar mis lecturas: el marcapáginas Bookmark.
CARLOS LUMBRERAS
6ºB